Hace 211 años, el pueblo de Jujuy comenzaba uno de los mayores sacrificios realizados por la población civil en aras de la libertad. Abandonaron sus ciudades, quemaron sus campos, y emprendieron un recorrido de más de 360 km hasta Tucumán, dejando tras de sí solo tierra arrasada.

El 23 de agosto de 1812, comenzó la movilización. Hombres y mujeres, ancianos y niños, ricos y pobres, españoles que abrazaban la causa revolucionaria, criollos y mestizos, cumplieron la orden del General Belgrano, dejando únicamente campo raso frente al enemigo, de modo de no facilitarle casa, alimento, ganado, mercancías ni cosa alguna que le fuera utilizable. Los cultivos fueron cosechados o quemados, las casas destruidas, y los productos comerciales enviados a Tucumán.

Fueron 360 km por el Camino de las Postas (paralelo a la actual Ruta Nacional 34), a pie o en carretas, hasta Tucumán, donde el general Belgrano cometió su «desobediencia genial» y, alentado por el triunfo de la retaguardia al mando de Eustoquio Díaz Vélez sobre la vanguardia realista en el combate de Las Piedras, decidió presentar batalla a Pío Tristán en Tucumán.